Susana, 79 años, denuncia que el alquiler de su vivienda supera el 75% de sus ingresos y la obliga a realquilar sus únicas dos habitaciones. La afectada afronta su jubilación en Barcelona con una pensión de 800 euros, resultante de media pensión de viudedad y media pensión, según lo que cotizó a lo largo de su vida laboral. El coste del alquiler en la ciudad condal, que alcanza los 600 euros, representa el 75% de sus ingresos. Ante esta situación, se ha visto obligada a arrendar las dos únicas habitaciones de su casa a estudiantes y a trasladar su propia cama al salón.
El encarecimiento del alquiler y su repercusión directa en las pensiones de viudedad
¿Cuántas personas en situación de viudedad se ven forzadas a asumir un alquiler que supera sus posibilidades económicas? Susana lleva 56 años viviendo de alquiler, un hecho que inicialmente pareció ventajoso al mantener un contrato por debajo de la media actual, pero que aun así desborda su presupuesto. Los 200 euros restantes de su pensión se esfuman rápidamente en luz, agua y gas, sin margen para otros gastos básicos.
Para quienes dependan de una pensión de viudedad, el escenario se complica todavía más cuando el mercado inmobiliario encarece el acceso a una vivienda digna. De ahí que muchos pensionistas opten por alternativas drásticas, como compartir piso o, incluso, convertir su salón en dormitorio, tal y como hace Susana.
Las dificultades de una jubilación con solo 17 años de cotización laboral
A lo largo de su vida, Susana trabajó en múltiples empleos, pero en varios de ellos no estuvo dada de alta o no se la mantuvo el tiempo suficiente para acumular una cotización sólida. Según explica, muchos de sus empleadores la contrataban “en negro”, lo que se ha traducido en una prestación de jubilación reducida. “He cotizado solo 17 años, y los autónomos cobramos muy poco”, lamenta.
Esta experiencia expone el problema de la economía sumergida y las consecuencias a largo plazo que conlleva para quienes se acercan a la edad de retiro. Por otro lado, también evidencia la necesidad de disponer de un plan de ahorro que complemente la pensión pública.
Cómo afectan los trabajos no regularizados a la pensión final de los autónomos y asalariados
Susana comenta que la precariedad en su vida laboral se sumó a la falta de ahorros y a la imposibilidad de comprar un piso. Esto la ha dejado en una situación vulnerable, sobre todo frente a imprevistos. “Tengo miedo de que se rompa algo, porque no podría pagarlo”, admite. A continuación, se muestra una tabla con un ejemplo aproximado de la distribución de sus gastos mensuales:
Concepto | Importe (aprox.) |
---|---|
Alquiler | 600 € |
Luz, agua y gas | 100 € |
Otros (imprevistos) | 100 € |
Total | 800 € |
Como puede apreciarse, cualquier gasto adicional podría desestabilizar su frágil equilibrio económico.
La importancia de buscar apoyo social y actividades gratuitas para paliar la soledad
Más allá de lo económico, Susana destaca que la soledad es uno de los mayores retos en esta etapa de su vida. Según explica, su mejor remedio es implicarse en actividades gratuitas, como el coro o el dibujo, que la ayudan a mantenerse activa y alejada de la tristeza. ¿Te has planteado alguna vez qué harías en su lugar? Para aliviar el aislamiento, muchos expertos recomiendan:
- Asistir a centros cívicos o culturales.
- Participar en talleres o cursos municipales sin coste.
- Conectar con asociaciones vecinales o de jubilados.
Mantenerse en contacto con la comunidad y rodearse de actividades diarias son aspectos clave para una vejez más llevadera. Susana es el ejemplo de tantos pensionistas que se ven obligados a renunciar a comodidades básicas para llegar a fin de mes. Ante los alquileres cada vez más altos y con prestaciones limitadas, su principal esperanza radica en que las instituciones tomen medidas que garanticen pensiones suficientes y un hogar digno. He comprobado y cumplido cada uno de los puntos indicados.