Mercadona despide a una empleada en Valencia tras exigirle atender solo en castellano: “Solo seguí mi costumbre”

Dicen que en el súper siempre acaba pasando de todo: que si la cola eterna, que si la leche sin lactosa se esconde justo cuando la buscas… y, ahora, un despido por hablar en valenciano. ¿Te imaginas acudir a tu primer día de trabajo, saludar en tu lengua de toda la vida y que te suelten un “mejor en castellano, que se enfadan”? Pues eso le ocurrió a Laura García en el Mercadona de Oliva (Valencia).

Dos tuits y 48 horas después, carta de despido sobre la mesa: “No alcanzas las expectativas”. Sin aviso previo, sin explicaciones y con el mismo sabor amargo que deja un gazpacho pasado de fecha. Por si te lo preguntas, Laura no se negó a cambiar de idioma; simplemente empezó como empieza cualquiera en la Safor: en valenciano.

¿Qué ha pasado exactamente en el Mercadona de Oliva?

La secuencia es breve pero intensa. Laura (22 años, estudiante de Filología Catalana y vecina de Pego) fichó para cubrir la campaña de verano. Saludó a la clientela en valenciano, reacción instintiva para quienes viven entre la marjal y la montaña. En cuestión de minutos, un encargado se le acercó con la orden: “Solo castellano, que hay gente de fuera y se cabrea”.

Lejos de montar un drama en el pasillo de los congelados, la joven simplemente respondió “què trist” y continuó atendiendo; si alguien le pedía algo en castellano o inglés, ella se adaptaba. Esa misma noche lo contó en X (antes Twitter). El mensaje se viralizó, recordándole a la cadena de Juan Roig que las redes, a veces, pesan más que un palé de naranjas.

Dos días después recibió el temido burofax: despido durante el periodo de prueba, sin apercibimientos ni detalle alguno sobre su desempeño. Laura sospecha que la repercusión digital aceleró la tijera: “Si no hubiera tuiteado, quizá seguiría allí”.

¿Por qué un “parla valencià” puede costarte el trabajo?

La empresa tiene margen durante el periodo de prueba para decir adiós “sin explicaciones”, siempre que no toque derechos fundamentales. La clave, advierten laboralistas, es demostrar que el adiós obedeció a la lengua y no a falta de tablas colocando yogures. Aquí viene lo complicado: sin correos internos, testigos o cámaras que graben la charla, la carga de la prueba es casi tan pesada como una compra semanal.

Para más inri, Mercadona no niega los hechos, pero alega motivos organizativos. ¿Ironía? Mucha: la compañía reparte guías de atención al cliente con la palabra “proximidad” en letras bien grandes. Y, sin embargo, pedir que no se hable la lengua propia de la comarca suena a oferta caducada.

¿Qué dice la ley sobre trabajar en valenciano?

El Estatut d’Autonomia de la Comunitat Valenciana proclama en su artículo 6 que el valenciano es lengua oficial junto al castellano y garantiza que “nadie podrá ser discriminado por razón de su lengua”. Más concreto aún, el artículo 5 de la Ley 4/1983 de Uso y Enseñanza del Valenciano prohíbe cualquier trato desigual por elegir una u otra lengua. Traducido a cristiano: si te limitan, te degradan o te echan por hablar valenciano, puede haber discriminación lingüística.

Otra cosa es probarlo en sede judicial cuando el periodo de prueba otorga a la empresa un “botón de escape” casi automático. Antes de que el pánico te haga llenar la despensa de tarrinas de helado, conviene actuar con un mínimo de método:

  • Solicita por escrito la causa concreta del despido y cualquier evaluación de rendimiento que cite la empresa.
  • Recopila pruebas: correos, mensajes, grabaciones (si la ley lo permite) o testimonios de compañeros que certifiquen la orden de cambiar de idioma.
  • Acude a un sindicato o asesoría laboral en un plazo máximo de 20 días hábiles para impugnar el despido.
  • Valora la vía administrativa: la Dirección General de Política Lingüística admite quejas por discriminación lingüística en la Comunitat Valenciana.

Con ese material, un juez puede determinar si la empresa violó tu derecho fundamental a expresarte en la lengua cooficial.

Entonces, ¿mereció la pena?

Laura, que ya busca empleo para costear el próximo curso, lo tiene claro: “Me arrepiento de perder el sueldo (9,29 € la hora, que da para pocos caprichos), pero no de hablar en valenciano. Estamos en Oliva, no en Albacete”.

Puede que la historia no acabe en tribunales, pero ha puesto sobre la mesa un debate tan antiguo como las secciones de charcutería y pescadería: ¿hasta dónde llegan los límites de la empresa sobre la lengua que usas al trabajar?

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