¿Te imaginas salir del cole, tomarte un café rápido y, en apenas dos horitas más, asegurarte un sueldo extra de seis cifras al año? A la profesora Becky Powell, de Beaverton (Oregon), no le hace falta imaginarlo: lo vive desde 2015. Mientras muchos remendamos libretas y corregimos exámenes, ella diseña cuadernillos digitales que otros docentes compran encantados.
El resultado es tan redondo como sorprendente: 120.000 euros ingresados en 2024 sólo con ese “hobby” vespertino. Y todo sin oficinas, sin jefes y sin dejar la bata de aula. Si alguna vez has pensado que ganar más es cosa de gurús financieros, quizá te anime saber que la clave, según su marido, está en una frase sencilla: “La riqueza se encuentra en los nichos”.
¿En qué consiste exactamente su micro‑negocio diario?
Powell prepara fichas digitales de alfabetización y las sube a Teachers Pay Teachers, un mercado online pensado para educadores. Dedica unas 10 horas semanales (dos al día de lunes a viernes) a idear, maquetar y publicar material; después, la tienda vende sola, las 24 horas. Su catálogo, Sight Word Activities, luce hoy 427 anuncios: desde descargas gratuitas hasta paquetes premium de 20 cuadernillos por 30 euros.
Para hacernos una idea del filón, basta un dato: en el primer mes ya pagaba su seguro del coche, unos 60 euros, y, en el tercero, liquidaba las cuotas del préstamo estudiantil familiar. Todo ello sin inversión inicial, porque la plataforma permite empezar como “vendedor básico” y conservar el 55 % de cada venta; quien quiera subir al 80 % abona 60 euros al año y se convierte en “vendedor premium”.
¿Cuánto dinero gana la pareja y cómo lo reparten?
En 2024, Becky ingresó 120.000 euros sólo con sus fichas. Su marido, Jerome Powell, ingeniero informático y experto en SEO, gestiona otra tienda (Editable Activities) que sumó más de 50.000 euros extra. En total, el matrimonio facturó 170.000 euros sin renunciar a sus empleos principales. De ahí que, cuando hablan de presupuesto familiar, suelten más de un chascarrillo sobre “hipotecas que se pagan solas” y “coches que dejan de ser un capricho caro”.
No obstante, la propia Becky reconoce que el dinero no llegó de la noche a la mañana: cada verano ampliaba el catálogo para poder relajarse durante el curso escolar. La constancia, insiste, pesa tanto como la habilidad docente a la hora de detectar huecos en el mercado educativo.
¿Cómo empezó todo y por qué explotó en tiempo récord?
El aula de preescolar fue su laboratorio. Allí comprobó que enseñar a leer “a primera vista” funcionaba mejor con ejercicios concretos y visuales. Detectó que apenas había material así en Teachers Pay Teachers y decidió cubrir ese hueco. Subió los primeros recursos en 2015 y, al ver las ventas, multiplicó la producción cada junio, julio y agosto.
Jerome, mientras tanto, afinaba los títulos, las palabras clave y las descripciones para que Google y el propio buscador interno posicionaran sus productos arriba del todo. Esa mezcla de experiencia pedagógica y marketing digital explica que los ingresos pasaran de “pagar el seguro del coche” a “redondear 120.000 euros” en menos de una década.
Antes de lanzarte de cabeza al diseño de fichas, ten claro que esto no es magia, sino método. A continuación te dejamos un itinerario fácil para empezar hoy mismo y sin rascarte demasiado el bolsillo:
- Define tu nicho: identifica una carencia concreta (por ejemplo, problemas de fracciones en 2.º de ESO).
- Crea un primer recurso gratuito: servirá de gancho y te dará feedback real.
- Abre cuenta básica en Teachers Pay Teachers (0 euros) y sube el material.
- Observa las ventas durante 4‑6 semanas; si hay tracción, pasa a vendedor premium (60 euros/año) para quedarte con el 80 % de los ingresos.
- Itera cada mes: añade versiones, amplía niveles y escucha peticiones de los compradores.
Ese camino, probado por Powell, minimiza el riesgo y te permite ver resultados sin hipotecar tu tiempo libre.
¿Por qué el apoyo de Jerome fue determinante?
Becky admite que, como docente, su fuerte no era precisamente “pensar en términos de cliente”. Jerome le tradujo el lenguaje del SEO, del marketing y de la experiencia de usuario. Gracias a ese empujón, ella pasó de dudar (“¿qué hago ahora?”) a asesorar gratis a ocho colegas que ya han abierto sus propias tiendas. La moraleja es clara: si combinas pasión, conocimiento del aula y un toque de análisis de mercado, no solo cubrirás huecos; sabrás, como dice la pareja, que tu producto “funcionará sí o sí”.
En consecuencia, el tándem profesor‑ingeniero demuestra que el talento educativo puede monetizarse sin perder vocación. Y de paso nos recuerda algo básico: con un nicho bien elegido, dos horas diarias pueden convertirse en un sobresueldo capaz de cambiar tu economía casera. ¿Te animas a comprobarlo?