Cierra momentáneamente una conocida panadería de Sevilla tras una llamada falsa usando Inteligencia Artificial: “Consiguieron imitar mi voz perfectamente”

¿Te imaginas que tu propio jefe te llame para que cierres la tienda, cuentes el dinero y le pases hasta el número secreto de la tarjeta? A los empleados de La Tahona, “La Casa del Pan”, en la avenida de La Buhaira de Sevilla, les ocurrió el lunes 19 de mayo de 2025, justo cuando el barrio bullía a la hora del desayuno. La voz sonaba idéntica a la de Salvador Márquez, dueño y quinta generación de panaderos, pero al otro lado del teléfono estaba un ciberdelincuente con inteligencia artificial (IA) lista para el atraco.

La cosa pintaba tan mal que bajaron la persiana en plena hora punta. Por suerte, el juego les duró lo mismo que un mollete en una mesa de guiris: poco. En cuanto notaron el tufo, llamaron a la Policía Nacional y volvieron a abrir como si nada… aunque con la adrenalina disparada.

¿Qué sucedió exactamente aquel lunes de mayo?

Antes de que cunda el pánico, pongamos los hechos en orden. Eran las 10:20 horas cuando la panadería recibió la llamada. Quien hablaba decía actuar “en nombre del Ministerio” y soltaba datos internos de la empresa para ganar credibilidad. La plantilla obedeció al principio, la voz de su jefe era inconfundible, pero el truco se rompió cuando pidieron contar el efectivo y pasar los datos bancarios al instante.

Momento claveJugada del estafadorReacción del equipo
10:20 hPrimera llamada: “Cerrad la tienda, estoy con un funcionario”Cierran la puerta y atienden
10:25 hPetición de inventario de caja y tarjetasEmpieza la desconfianza
10:30 hExigen IBAN y PIN “por seguridad”Cuelgan y telefonean al verdadero Salvador
10:35 hConfirman la suplantaciónSe avisa a la Policía y se reabre el negocio

La tabla deja claro que los cinco minutos que separan la duda de la denuncia marcaron la diferencia entre un susto y un desastre.

¿Cómo funciona la estafa de la “voz clonada” con IA?

Clonar voz implica grabar unos segundos de audio real, alimentarlos a un modelo de deepfake de voz (software capaz de imitar timbre, pausas y entonación) y generar frases nuevas que suenen 100 % auténticas. Los timadores recopilan información pública (nóminas en el BOE, redes sociales o viejos podcasts) y la usan para “redondear” la historia.

Esta técnica está en auge porque el software es barato (hay versiones gratis) y porque las prisas hacen bajar la guardia. Si alguien con autoridad suena convincente y maneja cifras internas, el cerebro económico se apaga y «primero cumplo, luego pregunto». Ahí es donde te cazan.

Pasos para blindar tu negocio (y ahorrarte un buen disgusto)

Antes de la lista, un recordatorio: la mejor alarma es la desconfianza sana. Ahora sí, manos a la masa:

  1. Palabra de seguridad: pacta con tu equipo una clave corta (ej.: “galleta 123”) que solo use tu plantilla en llamadas urgentes.
  2. Doble verificación: si la orden implica dinero, llama al móvil personal de tu jefe o usa una videollamada.
  3. Protocolo escrito: deja por escrito que nunca se dan números PIN ni IBAN completos por teléfono.
  4. Formación exprés cada trimestre: 15 minutos para repasar timos de moda, con ejemplos reales.
  5. Denuncia inmediata: si hueles a chamusquina, Policía Nacional al 091 sin perder un segundo.

Con estos cinco pasos (y cero burocracia extra, lo prometemos) blindas la caja y, de paso, duermes más tranquilo.

¿Qué dice la Policía y a qué penas se enfrentan los timadores?

La Policía Nacional registró 53.953 denuncias por fraudes telemáticos en 2024, un 18 % más que el año anterior. En casos de suplantación con ánimo de lucro, el Código Penal habla de hasta 6 años de cárcel por estafa agravada y multas de 12 a 24 meses. Además, el uso de IA para cometer delitos es una agravante que el borrador de la nueva Ley de Ciberseguridad (en fase de enmiendas desde el 27 de junio de 2025) podría endurecer aún más. Por tanto, quienes clonaron la voz de Salvador no solo se quedan sin “pellizco”, sino que se exponen a varios años de hotel rejas-incluidas.

La técnica no distingue entre panaderías, gestorías o startups. Mañana podrían llamar a tu oficina fingiendo ser tu socio, tu banco o (ironías de la vida) tu madre pidiendo el PIN. De ahí que la lección sea tan sencilla como el olorcillo a pan recién hecho: verifica siempre, confía nunca.

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