Lista Robinson vs. Stop Publicidad: cuál es mejor para frenar de una vez por todas las molestas llamadas comerciales

¿Te suena ese momento en que el móvil empieza a sonar justo cuando lograste sentarte a la mesa y, sorpresa, es otra oferta para “mejorar” tu tarifa? ¿O ese SMS que llega a las tres de la tarde, cuando el sofá y la siesta empezaban a llevarse bien? La publicidad no deseada sigue siendo la mosca cojonera de nuestro día a día, pese a que más de tres millones de personas han acudido ya a la famosa Lista Robinson en busca de paz. Pero ¿sirve realmente apuntarse? ¿O estamos pidiendo peras al olmo? Hoy desgranamos cómo funcionan las listas de exclusión, cuánto cuestan (sí, alguien paga) y, sobre todo, qué hacer si las llamadas continúan dándonos la vara.

¿Qué es exactamente la Lista Robinson y cuánto cuesta a las empresas?

La Lista Robinson nació en 1993 para frenar el bombardeo de correo postal y, desde hace más de una década, también cubre correos electrónicos, llamadas y SMS. Apuntarse es gratis, la inscripción puede tardar hasta dos meses en hacerse efectiva y se renueva cada año salvo que digas lo contrario. Fácil para el ciudadano; otra historia bien distinta es para las compañías.

Para ellas, la tranquilidad del usuario no sale gratis. A continuación, se muestra cuánto les toca rascarse el bolsillo según su tamaño y el volumen de consultas:

Tipo de empresa / servicioRango de consultas anualesCuota anual (€)
Microempresa (hasta 30.000)0 – 30.0000
Microempresa (más de 30.000)> 30.0001.900
Gran empresaConsultas ilimitadas5.500
Prestador de servicios (hasta 600.000)0 – 600.0006.450
Bono adicional2.400 millones37.500

Y sí, has leído bien: un “bono” de 37.500 euros para consultar 2.400 millones de registros. De ahí que algunas compañías prefieran jugársela y rezar para que la AEPD no les pille.

¿Qué añade la nueva Lista Stop Publicidad?

Desde finales de enero de 2025 funciona en España la Lista Stop Publicidad, impulsada por la Asociación Española para la Privacidad Digital. Su gran baza es que no se limita al correo o al teléfono: también tapa la avalancha de anuncios en redes sociales y en apps de mensajería como WhatsApp. Además, permite filtrar por sectores; por defecto bloquea todos (seguros, telefonía, banca…), salvo que el usuario quite ese candado.

Sus promotores presumen de que la plataforma “no nace del entorno empresarial” y recuerdan que la Lista Robinson está gestionada por Adigital, que aglutina a más de 500 compañías del sector digital. Una pullita nada disimulada que deja claro por dónde van los tiros.

¿Sirven de algo o seguimos en la misma?

Según José Manuel Sendín (UNIR), las listas “funcionan, aunque no son infalibles”. El quid de la cuestión está en que muchas empresas subcontratan a terceros con bases de datos poco fiables. Resultado: tu número se cuela por la rendija y zas, llamada justo cuando te ponías al día con tu serie.

Beatriz Romero (Secure&IT) añade que no todas las compañías consultan la lista: les cuesta dinero y prefieren arriesgarse a una multa. Ahí entra la AEPD, que no se corta: Vodafone se llevó 12.000 euros de sanción tras llamar cuatro veces a un inscrito. Y eso que la operadora culpó a un “error humano”.

Pasos prácticos si la publi sigue dando la lata

Estás apuntado, pero el teléfono no para. ¿Y ahora qué? Antes de tirar el móvil por la ventana, prueba esto:

  1. Responde al remitente y exige que no te contacten más; diles que estás en la Lista Robinson.
  2. Mediación: si pasan de ti, acude a AUTOCONTROL y pide que medien.
  3. Denuncia: recoge pruebas (capturas, correos, registros de llamadas) y planta una reclamación ante la AEPD.

Estas tres zancadillas suelen bastar. Recuerda que la LOPDGDD, el RGPD y la Ley General de Telecomunicaciones están de tu lado: el artículo 23 de la LOPDGDD avala las listas de exclusión. Así que conserva cada correo y cada captura; luego no digas que no te avisamos.

Por tanto, las listas no son la panacea, pero sí un paraguas decente para esos días de tormenta publicitaria. Y siempre queda la opción más radical: dejar el móvil en modo avión… aunque entonces el repartidor tampoco te encontrará.

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