María Li Bao, la mujer que llevó la gastronomía china en España a otro nivel: “Nunca ponemos excusas, trabajamos”

Comer fuera con los colegas un viernes, descubrir un local nuevo que aún huele a pintura fresca y, de paso, fardar en Instagram: cualquiera lo ha hecho. Ahora imagina que quien levanta ese telón de bambú lleva veinte estrenos a sus espaldas y casi 300 nóminas en la mochila. Esa es la película de María Li Bao, la niña que cruzó medio mundo con nueve años y hoy reparte ramen, y empleo, por media España. Su lema cabe en un posavasos: “disciplina china y chispa española”. Y sí, a su mesa no se sienta la queja: “Jamás verás a un chino pidiendo limosna; nosotros trabajamos”. ¿Listo para saber cómo se cocina un imperio gastronómico sin perder la sonrisa? Vamos al lío.

¿Cómo fue la travesía de la familia Bao hasta aterrizar en Madrid?

El viaje arrancó en Qingtian (Zhejiang) en 1980 y duró 10 días de maletas, trenes y un frío que calaba hasta las orejas. Primero, autobús al puerto de Wenzhou; después, un barco interminable hasta Shanghái y un tren a Pekín. El último salto, ya en avión (con escala en Rusia) fue casi un milagro: tres crías de 5, 4 y 3 años, una madre sin pasaporte lingüístico y cero abrigos adecuados. “Fue nuestro Camino de Santiago particular, pero sin conchas y con mucho hielo”, recuerda María.

Una vez en Madrid, la familia se estrenó fregando woks en el restaurante de unos primos segundos. En 1983 abrieron su propio local en Aranjuez y la niña que soñaba con ser interiorista cambió los lápices de color por la caja registradora. “Sonriendo y dando las gracias se llega lejos”, repetía su madre. Spoiler: tenía razón.

¿En qué se mezclan la disciplina china y el desparpajo español de María Li Bao?

“Si quieres un mañana, prepárate hoy”. Esa frase, tatuada en su rutina, explica por qué la empresaria revisa cada carta letra a letra y al día siguiente se planta en Oporto “solo para probar cuatro platos”. La cara B es muy castiza: si en Shenzhen se trabaja hasta en fiestas, ella recuerda que en Madrid también existe la siesta. Cuando pisa China, lo primero que saca del armario es su orgullo patrio: asegura a quien la escuche que “España es el mejor país del mundo” y se queda tan ancha.

Veinte locales equivalen a vigilar 295 nóminas el último día de cada mes. “Si fueran veintiuno, ya veríamos”, bromea. El secreto, dice, está en detectar al vuelo a quien pretende colarte un gol: sonrisa, “no me interesa” y a otra cosa. Los golpes recibidos (no todos los proyectos cuajaron) valen más que un MBA: “A tortas también se aprende”, confiesa.

Mapa rápido de los principales restaurantes del grupo

Antes de que te pierdas entre farolillos, echa un vistazo a dónde están sus joyas de la corona y qué sirven.

RestauranteCiudadAño de aperturaEspecialidad destacada
China CrownMadrid2019Cocina imperial china
Bao LiMadrid2023Alta cocina cantonesa
TottoriMadrid2017Wagyu y sushi de autor
Shanghai MamaMadrid2016Dumplings y street food chino

Cada sala presume de interiorismo mimado; no en vano, María se desquita aquí de la carrera que nunca cursó. Jean Porsche firma los papeles pintones de Bao Li, pero la jefa decide hasta el color del florero.

¿Qué consejos prácticos da la emperatriz a quien quiere lanzarse a la hostelería?

Antes de hipotecar tu ilusión, toma nota.

  • Calcula al céntimo: conocer cuánto cuesta encender cada bombilla evita sustos a final de mes.
  • Forma equipo desde el minuto 1: un buen chef sin un buen maître es un solitario con delantal.
  • Viaja y copia lo bueno: sentarte en mesas ajenas agudiza el colmillo creativo.
  • Atiende a tus padres contables: la disciplina de revisar números a diario vale más que un trending topic.
  • Cierra el móvil tres semanas al año: el cerebro, como la pasta fresca, necesita reposo.

Son ideas sencillas, sí, pero la propia María las refrenda con veinte casos de éxito y un balance que asusta a la competencia.

¿Qué se viene para China Crown y por qué debería importarte?

El “restaurante número 21” ya asoma en su libreta, aunque no suelta prenda: superstición oriental obliga. Mientras llega, la empresaria se centra en mantener la excelencia “día a día, plato a plato” y en acercar a los madrileños la cultura del esfuerzo que a veces se pierde entre reels. Si Michelin llama, abrirá la puerta; si no, a seguir currando.

Por último, si pasas por la calle Marqués de Cubas (Madrid) entre el 6 y el 27 de julio de 2025, pide el “pato imperial 1 890 g” de Bao Li: cuesta 63,90 euros y justifica cada céntimo. Palabra de emperatriz.

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