No están ahí por casualidad: El curioso secreto que esconden las piedras que hay bajo las vías del tren

Seguro que en más de una ocasión te has preguntado para qué sirven esas pequeñas piedras que rodean las vías del tren. Aunque a simple vista parezcan solo un «adorno» rústico, la verdad es que no están ahí para hacer el paisaje más bonito, ni mucho menos. En realidad, esas piedras cumplen un papel fundamental en la seguridad y el buen funcionamiento del ferrocarril. Hoy te contamos cuál es la verdadera utilidad de este “balasto” (que no es otro que el nombre técnico de esas piedras).

¿Qué es el balasto y de dónde viene?

El término “balasto” proviene del inglés ballast, que significa “lastre”. Esta palabra ya nos da una pista sobre el propósito de esas piedras: asegurar la estabilidad del tren. Y es que, si bien las vías tal y como las conocemos hoy nacieron en el Reino Unido, fue ahí donde los ingenieros pensaron por primera vez en un «elemento granular» para distribuir el peso de los trenes. A lo largo de la historia, el balasto ha sido un componente esencial para garantizar que el tren viaje con seguridad y sin sobresaltos.

¿Qué funciones cumple el balasto?

El balasto no es solo una cuestión estética ni mucho menos algo que podamos ignorar. Tiene varias funciones muy específicas que permiten que el sistema ferroviario funcione correctamente.

  1. Distribuir la carga: Las piedras distribuyen el peso de las vías sobre una mayor superficie, evitando que se hundan con el paso del tiempo o con la presión de los trenes.
  2. Amortiguar las vibraciones: Cada vez que un tren pasa sobre los raíles, se generan vibraciones. El balasto actúa como un amortiguador natural que ayuda a reducir estos efectos y proporciona mayor estabilidad.
  3. Drenaje de agua: El balasto tiene una capacidad excepcional para drenar el agua hacia el suelo, lo que evita que las vías se inunden en caso de lluvias intensas y mantiene el trayecto seguro para los trenes.
  4. Prevención de deslizamientos: Las piedras ayudan a fijar las traviesas en su lugar, evitando que se deslicen o muevan con el paso de los trenes, lo que podría poner en peligro la circulación.

¿De qué están hechas estas piedras?

Las piedras del balasto no son cualquier tipo de rocas. Se utilizan materiales específicos que cumplen con ciertas características mecánicas. En su mayoría, son cuarcitas, basaltos y granitos triturados, con un tamaño que varía entre los 3 y 6 centímetros. Esta composición asegura que las piedras trabajen de forma conjunta, rozando unas con otras, para repartir las cargas sin que el sistema de vías pierda estabilidad.

Aunque el balasto cumple muy bien su función, en trenes que alcanzan velocidades muy altas, puede haber un riesgo. La vibración generada por estos trenes podría hacer que las piedras se deslicen o se desorganicen, lo que pondría en peligro la seguridad. Por eso, el balasto es más efectivo en vías que no soportan grandes velocidades.

¿Realmente importan esas piedras?

Aunque a menudo no les damos demasiada importancia, esas pequeñas piedras son cruciales para el buen funcionamiento de las vías de tren. Gracias a ellas, el tren puede pasar de manera segura y eficiente, evitando que las vías se hundan, amortiguando vibraciones y manteniendo todo el sistema bien asentado. Así que la próxima vez que veas esas piedrecitas bajo las vías, ya sabrás que no están ahí solo para hacer bonito.

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