El barcelonés, que cumplirá 109 en enero, afirma haber pasado más años retirado que en activo y admite: “no soy un buen negocio para el Estado”. Su testimonio reabre la conversación sobre la Seguridad Social y la jubilación prolongada.
Pere Quintana no se considera un récord ni un héroe: vivir tanto “no es un mérito”, dice. Aun así, su experiencia interpela al lector y al sistema: “La Seguridad Social no se sostendría si todos duraran tanto como yo”. ¿Qué nos está diciendo sobre las pensiones?
Un pensionista centenario cuestiona la sostenibilidad del sistema de pensiones
Natural de Barcelona y a punto de soplar 109 velas en enero, Quintana resume con ironía su vida laboral y su retiro: “Más años que estoy jubilado que los que pasé trabajando”. Según contaba, ejerció como farmacéutico durante 37 años antes de retirarse, y hoy encadena más de siete décadas de jubilación.
Desde casa, se muestra tranquilo y lúcido. Reconoce que “la moderación y el humor son la mejor receta”, pero no evita una reflexión incómoda: “no soy un buen negocio para el Estado”. De ahí que su historia sirva para pensar, con los pies en el suelo, en la sostenibilidad del sistema.
Reflexiones sobre jubilación, Seguridad Social y el coste de vivir tanto
Quintana insiste en que vivir mucho “no es un mérito”, pero sí deja un consejo: disfrutar la vida “con humor y con música”. Su rutina es sencilla y terrenal; nada de fórmulas milagrosas.
En su día a día, menciona hábitos que cualquiera puede adoptar:
- Cinco minutos de reflexión, paseos diarios, música como pasión y cuidado del entorno cercano.
Sencillo, ¿verdad? A veces lo evidente es lo que mejor funciona.
Cómo vive su jubilación: música, familia y una moderación que acompaña
La música le acompaña desde niño. Aprendió a tocar el violín y aún lo conserva: “El violín fue mi manera de desconectar del trabajo y de los problemas. Todavía lo tengo en casa; a veces lo miro y me recuerda quién fui”. También deja claro que “No hay una fórmula secreta ni mágica para llegar a esta edad”.
Su historia está atravesada por el amor y la resiliencia. Cuando su esposa sufrió un ictus, la cuidó durante más de dos décadas: “Fueron años difíciles, pero también los más importantes. Cuidar a quien amas es una forma de agradecer la vida”. Ahí es nada.
Padre de cuatro hijos, abuelo de ocho nietos y bisabuelo de cinco, asegura que la familia es su mejor medicina: “Ellos me dan motivos para seguir. Cada visita, cada conversación, me rejuvenece”. Y remata con una filosofía de vida que cabe en un suspiro: “Aceptar lo que viene con buen humor. No sirve de nada enfadarse con la vida; hay que vivirla mientras te deje”.
Su testimonio abre una ventana al debate sobre pensiones y longevidad. ¿Cómo encajar vidas tan largas en la Seguridad Social sin perder el pulso humano que él reivindica?







