Si alguna vez has tenido que subir al techo del coche para atar la bici y has acabado haciendo malabares sobre el marco de la puerta, esto te interesa. Resulta que el propio vehículo esconde, a simple vista, una anilla metálica cuadrada que suele pasar desapercibida. La ves cada vez que abres la puerta, pero nunca piensas en ella porque crees que solo “cierra y punto”. Pues no: tiene una segunda vida muy práctica si quieres llevar medio trastero encima. Con un sencillo accesorio puede convertirse en un miniescalón portátil que evita contorsiones dignas de un circo. El apaño cuesta lo que tres cafés (o lo que dos menús del día, si te vas a la versión premium), y encima puede salvar cristales en caso de emergencia. Vamos, un dos por uno de manual.
¿Dónde está exactamente la famosa anilla cuadrada?
Primero lo básico: esta pieza se aloja en el vano (es decir, el hueco) de la puerta, justo enfrente de las bisagras (esas “articulaciones” que permiten que la puerta gire para abrir y cerrar). Va atornillada directamente al chasis y está fabricada en acero reforzado, por lo que su resistencia está más que garantizada.
Al accionar el tirador, la cerradura se desengancha de la anilla y la puerta se libera. El resto del vano suele albergar pegatinas con la presión de los neumáticos, algún código de pintura o simple decoración, pero la protagonista hoy es esa discreta argolla con forma cuadrada.
¿Para qué sirve realmente y por qué aguanta tanto peso?
Aunque su misión original es encajar la cerradura y mantener la puerta cerrada, la clave está en que soporta mucha carga: al ir fijada al chasis, se comporta como un anclaje estructural. De ahí que puedas usarla de “peldaño de emergencia” mejor que pisando el reborde de la puerta y jugándote el tobillo.
Eso sí, la anilla es pequeña para apoyar un pie. Por eso existen accesorios que se enganchan en segundos y se convierten en un cómodo escalón. Algunos son grandes, caben dos pies y vienen recubiertos de goma para evitar resbalones aunque lleves las sandalias mojada de la playa.
¿Cuánto cuestan los pedales y qué modelos hay?
Los precios oscilan entre los 10 euros y casi 50 euros, dependiendo del tamaño y la capacidad de carga. El modelo básico ronda los 12 euros, es de aluminio y plegable además. Puedes comprarlo en Amazon o decantarte por un modelo más «pro».
Un escalón algo más robusto, a 23,99 euros, soporta hasta 230 kilos sin deslizar siquiera con zapatos húmedos. Y si necesitas espacio para ambos pies, existe un pedal doble (capaz de aguantar 180 kilos) que sube un poco la factura pero tiene 4,4 estrellas y más de 850 opiniones positivas. Como ves, opciones no faltan y ninguna te deja tiritando la tarjeta.
¿Cómo usarla de forma segura y sacarle partido este verano?
Antes de lanzarte a comprar, conviene conocer los pasos básicos para instalar y aprovechar el invento sin sustos:
- Engancha el pedal: coloca el accesorio en la anilla cuadrada asegurándote de que encaje sin holguras.
- Comprueba la estabilidad: pisa ligeramente para cerciorarte de que no se mueve. Si notas juego, reajusta.
- Sube y reparte el peso: coloca primero un pie, luego el otro si el escalón es doble, y mantén el cuerpo centrado para no forzar la puerta.
Una vez termines de cargar maletas, bicis o tablas de surf sobre el techo (especialmente si conduces un SUV alto), retira el pedal, pliégalo y guárdalo en la guantera. Fácil, rápido y sin dejar huellas en la pintura ni vaciar la cartera. Y, como extra, recuerda que la punta metálica de algunos modelos sirve para romper cristales en caso de emergencia: un detalle que nunca está de más cuando aprieta la carretera y la temperatura.