Las empresas están aprendiendo a producir más con menos plantilla gracias a la inteligencia artificial. En Estados Unidos ya se ve en la caída de nuevas contrataciones y en recortes que se concentran en sectores donde automatizar es más fácil.
Durante años se ha repetido que cada revolución tecnológica destruye empleos y crea otros mejores. El problema es el “mientras tanto”: ese periodo de fricción en el que la tecnología avanza más rápido que la capacidad de adaptación del mercado laboral. Y, según los datos que ya se observan, esa fase acaba de empezar.
La crisis de empleo por la inteligencia artificial ya se nota en la contratación
Lo más relevante no es solo que haya despidos, sino que cae la contratación nueva. En otras palabras: muchas compañías están logrando hacer lo mismo, o incluso más, con menos gente. ¿Te suena eso de “contratación congelada” aunque el negocio vaya bien? Pues ese es el síntoma.
La infraestructura tecnológica para sustituir tareas cognitivas ya está desplegada. El impacto laboral, como suele pasar en estos ciclos, llega con retraso. Esa diferencia de tiempos es la que genera la fricción.
Productividad al alza y menos puestos nuevos: la señal que preocupa en EE.UU.
En Estados Unidos se ve un patrón típico cuando una tecnología sustituye tareas humanas para mantener márgenes: la productividad sube, mientras el empleo se desacelera. De hecho, la productividad laboral encadena dos trimestres creciendo al mayor ritmo desde 2007, al tiempo que se enfría la creación de empleo.
Y hay otro dato que refuerza esta lectura: el índice JOLTS, que mide la apertura de nuevos puestos, muestra una caída de hasta un 35% desde 2023. Dicho en plata: se abre menos puerta de entrada al mercado laboral. En conjunto, la divergencia es clara: productividad al alza, pero salarios y creación de empleo a la baja. Esto apunta a una ruptura del pacto tradicional por el que más productividad implicaba más contrataciones.
Qué sectores concentran los despidos y por qué no se reemplazan vacantes
Además de la caída de nuevas contrataciones, también hay recortes. Las compañías estadounidenses han anunciado más de 1,17 millones de despidos, la cifra más alta desde la pandemia, según Challenger, Gray & Christmas. Estos ajustes se concentran en tecnología, telecomunicaciones, retail, logística y medios. Son áreas donde la automatización permite operar con menos plantilla y donde, además, muchas salidas no se reemplazan.
Europa y España ante el riesgo: proteger empleo o perder competitividad
En Europa el ajuste es menos visible por la rigidez del mercado laboral, pero la exposición es similar. Ya se observan grandes compañías con buenos indicadores de negocio y la contratación congelada, apoyadas en la expectativa de mejora de productividad por la IA.
La respuesta europea, hasta ahora, se ha centrado en regular y legislar para proteger el empleo. Pero el texto plantea un riesgo: si Estados Unidos acelera la eficiencia y Europa decide no hacerlo para proteger el mercado laboral, el resultado no sería estabilidad, sino pérdida de competitividad. Y cuando un bloque pierde competitividad, termina destruyendo empleo igualmente, además de riqueza e inversión.
Cómo prepararse para un mercado laboral con menos tareas humanas disponibles
La secuencia descrita es bastante reconocible: primero llega el CAPEX (inversión en tecnología), después la productividad y, más tarde, el ajuste laboral. Según esta visión, la crisis empezará a ser claramente visible en 2 o 3 años, especialmente cuando los pilotos de IA que existen actualmente en más del 60% de las grandes compañías se conviertan en realidad operativa.
Para entender en qué punto puede estar una empresa o un sector, la dinámica se resume así:
- Inversiones fuertes en IA e infraestructura (CAPEX), chips, cloud y modelos
- Aumento de productividad (menos errores, menos tiempos muertos, más tareas automatizadas)
- Ajuste laboral: salidas que no se reemplazan, congelación de contrataciones y rediseño de roles
El texto también avisa de algo que no suele decirse en voz alta: esta ola no está en el centro del debate social, pese a que puede traducirse en deterioro de oportunidades para perfiles medios, estancamiento salarial y polarización entre quienes aprendan a trabajar con sistemas de IA y quienes sigan en tareas que la máquina ya hace mejor.
Y aquí la gran pregunta: ¿vamos a reaccionar cuando haya titulares dramáticos, o cuando todavía se puede mitigar el golpe?







