Las seis pastelerías, clausuradas desde marzo, no reabrirán por falta de financiación. Los trabajadores denuncian impagos, retrasos y anuncian acciones por despido improcedente.
El cierre provisional de las míticas pastelerías Embassy se ha convertido en definitivo. Sus 50 empleados recibieron las cartas de despido el 30 de julio, tras meses con los locales bajados desde finales de marzo y sin aviso previo a la clientela. ¿Había margen para salvar la empresa? Finalmente, no.
Cierre definitivo de Embassy y cartas de despido para 50 trabajadores
La compañía intentó negociar con la plantilla y buscar una salida, pero no encontró la financiación necesaria para reabrir. Dicho en plata: no habrá vuelta. Los seis establecimientos (en Núñez de Balboa, O’Donnell, Santa Engracia, Aravaca, La Moraleja y Chamberí) cierran de forma permanente. La firma, fundada en 1931, ya sufrió un golpe en 2017 con el cierre del histórico local del paseo de la Castellana, del que nunca terminó de recuperarse.
Las causas del cierre: subida de costes, falta de liquidez y ventas
Desde la empresa atribuyen la situación a problemas de liquidez derivados del aumento de costes laborales, de materias primas y de la energía, además de no haber recuperado el nivel de ventas previo a la pandemia. Por consiguiente, la gestión del día a día se volvió inviable y las puertas, abiertas durante décadas, no volverán a levantarse. ¿Se intentó reabrir? Sí, pero sin financiación no fue posible.
Los establecimientos afectados son los siguientes:
- Núñez de Balboa
- O’Donnell
- Santa Engracia
- Aravaca
- La Moraleja
- Chamberí
Tras meses de tensiones, varios trabajadores ya han llevado a la empresa a los tribunales por impagos salariales y ahora lo harán por despido improcedente. Una dependienta, que no quiere desvelar su identidad, resume así lo vivido: «En los últimos tiempos pagaban fatal y siempre te faltaban unos 100 o 200 euros. Tampoco nos daban las pagas extras de verano y, a veces, nos abonaban la nómina en tres entregas. Llevamos sin cobrar desde marzo y lo estamos pasando muy mal».
Otros empleados lamentan el trato recibido incluso en el momento del cese: «Hemos aguantado muchísimo por el nombre de la compañía, pero nos han tratado mal. Incluso para el despido han utilizado malos modos». ¿Qué queda ahora? La vía judicial y la expectativa de resolver los atrasos.
Antecedentes históricos de la marca y gestión cuestionada por la plantilla
Embassy nació en 1931 de la mano de la británica Margarita Kearney Taylor, con un salón de té inspirado en las casas londinenses y muy próximo a varias embajadas, de ahí su nombre. Durante la II Guerra Mundial fue un punto de encuentro singular. Tras su fallecimiento, su hija heredó el negocio y dejó parte a los empleados. Posteriormente, lo gestionaron Óscar Rivera y María Teresa Sarmiento; su muerte marcó el inicio del declive. En 2017 cerró la joya de la Castellana y, tras el concurso de acreedores, el negocio fue adquirido por Manuel Canalejas, sin lograr remontar.
A continuación, una cronología con los hitos principales aportados:
Fecha | Hecho |
---|---|
1931 | Fundación de Embassy en Madrid por Margarita Kearney Taylor |
Finales de marzo | Clausura de los seis locales sin previo aviso a la clientela |
2017 | Cierre del icónico local del paseo de la Castellana |
30 de julio | Entrega de cartas de despido a los 50 trabajadores |
La plantilla atribuye el final a la mala gestión de los últimos herederos y del actual propietario, señalando recortes, contrataciones sin formación y aperturas sin respaldo suficiente de ventas. Por lo tanto, el desenlace llega tras una suma de errores y un contexto de costes al alza.