Llega la primera noche tórrida de junio y tú, pegado a las sábanas, cuentas ovejas que sudan igual que tú. Sabes que el aire acondicionado es mano de santo, pero tu último recibo de la luz todavía llora en un cajón y no estás para más sustos. Mientras buscas el mando imaginario, te preguntas si el viejo ventilador del trastero puede hacer algo más que mover aire caliente de un rincón a otro.
Aquí entra en escena Leonardo Rogel, un arquitecto que ha hecho viral un puñado de trucos para darle vacaciones al calor sin abrir la cartera. Sus ideas suman ya 2,1 millones de reproducciones en TikTok y, lo mejor, no exigen licencias de obra ni facturas de instaladores. Veamos cómo sacarles jugo.
¿Por qué el ventilador por sí solo no sirve cuando el dormitorio marca 30 °C?
Un ventilador estándar apenas consume 50 W, pero limitarse a ponerlo a toda pastilla solo consigue desplazar el aire que ya está caliente. Para entender por qué nos quedamos a medias, conviene comparar su rendimiento con el de un split doméstico.
Método | Consumo medio (kWh/h) | Coste por hora* | Bajada de temperatura estimada |
---|---|---|---|
Aire acondicionado split 2,5 kW | 0,90 | 0,14 € | 4-6 °C |
Ventilador de pie 50 W | 0,05 | 0,01 € | 1-2 °C |
*Coste calculado con el precio PVPC medio del 27 de junio de 2025 (0,1535 €/kWh).
Como ves, la diferencia de consumo es abismal, pero la sensación térmica que aporta el ventilador se queda corta si no le damos un empujón extra. Ahí es donde entran en juego la humedad y la orientación del flujo de aire.
¿Cómo aprovechar la humedad para arañar un par de grados?
Un poco de agua marca la diferencia porque, al evaporarse, “roba” calor al ambiente. Rogel recomienda dos fórmulas baratas:
- Pulveriza la habitación con un atomizador justo antes de irte a la cama.
- Coloca una toalla húmeda detrás del ventilador; el aire pasa a través del tejido, se enfría y sale disparado hacia ti.
Ambas maniobras replican (en pequeño) el principio de los climatizadores evaporativos y pueden bajar la temperatura percibida entre 1 °C y 2 °C. Eso sí, no empapes las paredes: un rocío ligero basta y evitas problemas de humedad a largo plazo.
¿Dónde debo poner el ventilador para que sople aire realmente fresco?
El truco estrella de Rogel se basa en la lógica más sencilla: si fuera la noche es menos calurosa que dentro, deja que el ventilador sea la “aspiradora” que capte ese aire. Colócalo de cara a la ventana (no hacia ti) para que succione la brisa exterior y la empuje al interior de la habitación. Cuanto mayor sea el contraste de temperatura (por ejemplo, a partir de las 2:00 h en la mayoría de ciudades españolas), mejor funcionará el invento.
Y un recordatorio de abuelo: baja las persianas y corre cortinas durante el día. De nada sirve cazar aire fresco a las tres de la mañana si has estado “horneando” el piso desde las diez.
Guía exprés: deja tu dormitorio listo en 10 minutos
En primer lugar, ventila rápido al alba (cuando el termómetro ronda los 18 °C) y sella ventanas antes de que el sol empiece a apretar. Después, baja persianas en la fachada sur y mantén solo una rendija para que circule el aire. Por la noche, pulveriza agua, coloca la toalla húmeda tras el ventilador y apóyate en la orientación hacia la ventana. Con estos tres gestos combinados, la mayoría de usuarios dice ganar entre 2 °C y 4 °C de alivio, suficientes para conciliar el sueño sin sudar la gota gorda.
Si vives en ciudades calurosas como Córdoba o Sevilla, el efecto será más discreto, pero cada grado cuenta y tu contador eléctrico ni se enterará.
Preguntas frecuentes de la comunidad
Muchos lectores se preguntan si merece la pena invertir en un climatizador evaporativo portátil. La respuesta corta: solo funciona bien en climas secos (Madrid, Zaragoza) y su consumo ronda los 200 W, cuatro veces más que un ventilador, pero muy por debajo de un aire acondicionado. Otros dudan de que entre aire “fresco” por la ventana en plena ola de calor; recuerda que incluso en Valencia, a medianoche, la temperatura exterior suele caer 5 °C respecto al pico diurno.
Como señaló una usuaria entre carcajadas: “Abrir la ventana en España es como abrir la puerta del horno”. Tiene parte de razón a las tres de la tarde, no a las tres de la mañana. El secreto está en elegir bien la franja horaria.