Si eres de los que a las 22.00 h aún anda pensando qué sacar de la nevera, no estás solo. En España las cenas tardías son casi un deporte nacional: largas jornadas, terrazas llenas y el telediario sonando de fondo. Sin embargo, ese ratito nocturno con la tortilla recién hecha podría estar jugando en contra de tu salud. El neurólogo Conrado Estol lo ha dejado clarísimo en TikTok: mejor cenar antes de las 18.00 h. Para argumentarlo, se remonta nada menos que 30.000 años atrás, cuando la tribu se iba a dormir con la puesta de sol y no había lámparas que alargasen la velada. ¿Será hora de adelantar el tenedor?
¿Por qué cenar antes de las 18.00 h es más natural de lo que crees?
En la prehistoria, la oscuridad caía sobre las 17.00‑18.00 h y salir a cazar un jabalí a esas horas era misión imposible. Así que nuestros antepasados comían temprano, se recogían en la cueva y dejaban que el cuerpo hiciera su trabajo digestivo al abrigo de la lumbre. Esa costumbre quedó grabada en nuestro reloj interno (el mecanismo biológico que regula sueño y digestión).
El Dr. Estol explica que nuestro sistema digestivo sigue funcionando mejor con luz diurna. Al caer la tarde, la maquinaria se ralentiza; por tanto, meterle una fabada a las 22.00 h equivale a pedirle a un móvil con 1 % de batería que reproduzca una película entera. Resultado: digestiones pesadas y energía tirada por la borda.
¿Qué le pasa a tu cuerpo si cenas a las 22.00 h?
Cuando el sol se esconde, el organismo reduce su capacidad para procesar nutrientes. Cenar tarde obliga al estómago a seguir trabajando justo cuando, biológicamente, debería ir bajando la persiana. No es solo cuestión de “sensación de pesadez”: la digestión nocturna interrumpe la fase de regeneración celular que ocurre mientras dormimos, y eso se traduce en sueño de peor calidad.
El neurólogo rescata el viejo dicho “desayunar como un rey, cenar como un mendigo”. Un desayuno contundente y una comida ligera permiten que las enzimas digestivas rindan al máximo cuando el cuerpo está a tope. En cambio, una cena copiosa a horas intempestivas atasca la maquinaria y nos deja sin gasolina ni descanso.
Pasos sencillos para adelantar la cena sin dramas
Cambiar de hábitos no siempre es fácil, pero estos gestos pueden marcar la diferencia:
- Marca una hora límite: pon el cronómetro y procura haber cenado antes de las 18.00 h.
- Refuerza el desayuno: hazlo abundante para llegar a la tarde sin el hambre de un oso.
- Ligera y rápida: opta por platos fáciles de digerir; tu estómago lo agradecerá.
Dando este pequeño giro al horario, tu digestión se ajustará al ritmo natural de tu cuerpo y el sueño ganará en calidad. Al fin y al cabo, madrugarle a la nevera no suena tan mal si el premio es levantarse con las pilas cargadas.