La artrosis puede impedir trabajar con normalidad; en los casos más graves, el INSS reconoce una pensión incluso del 100 % cuando, pese a tratamientos, no hay mejoría.
La artrosis no es un simple dolor pasajero. Es una enfermedad degenerativa que desgasta el cartílago de las articulaciones y, en situaciones avanzadas, limita tanto que trabajar se vuelve imposible. De ahí que la Seguridad Social esté concediendo incapacidad permanente total y absoluta en supuestos concretos, siempre bajo valoración médica.
Quién puede obtener la incapacidad permanente por artrosis y en qué casos: Grados de incapacidad
¿Quiénes pueden solicitar esta prestación? Aquellas personas cuya artrosis afecta de forma grave a manos, muñecas, codos, caderas, rodillas, pies, tobillos, hombros o columna.
Hablamos de dolor crónico, pérdida de movilidad y limitaciones funcionales que impiden la actividad profesional habitual, incluso tras seguir tratamientos y medicación sin mejoría acreditada. Para entender qué se valora, conviene repasar los grados y sus efectos de forma práctica.
Grado | Qué implica para el trabajo | Ejemplos orientativos en artrosis |
---|---|---|
Parcial | Reduce el rendimiento más del 33 %, sin impedir tareas esenciales | Menor movilidad en dedos o pies, con posibilidad de seguir en el puesto |
Total | Inhabilita para la profesión habitual, permite otra distinta | Cadera en empleos de pie, manos y muñecas en tareas de precisión, columna con cargas y posturas mantenidas |
Absoluta | Imposibilita realizar cualquier trabajo | Artrosis severa en ambas caderas, amputaciones en manos o pies, limitaciones graves incluso con prótesis |
Gran Invalidez | Requiere ayuda de tercera persona para actos básicos | Amputaciones dobles de manos, muñecas, pies o tobillos |
Como ves, cada grado tiene consecuencias diferentes en la pensión y en la vida laboral. Por lo tanto, identificar bien el encaje del caso es clave.
Requisitos valorados por el INSS para conceder la pensión por artrosis
Antes de la lista, una idea importante: el reconocimiento no es automático. El Instituto Nacional de la Seguridad Social estudia cada expediente con criterios médicos y funcionales.
- Dolor crónico y pérdida de movilidad que limitan tareas laborales esenciales.
- Seguimiento de tratamientos y medicación sin mejoría acreditada.
- Zona o articulaciones afectadas y su impacto real en el desempeño.
- Gravedad de las lesiones y grado de dependencia en el día a día.
- Raramente se concede la absoluta por hombro o codo salvo patologías añadidas.
Tras estos elementos, la decisión se basa en cómo la artrosis afecta al trabajo concreto del solicitante y en si existen alternativas profesionales viables.
Cuándo se concede la gran invalidez y qué implica para la persona
La gran invalidez se reserva para quienes, además de no poder trabajar, necesitan asistencia de otra persona para actos básicos. Suele considerarse en casos especialmente graves, como amputaciones dobles de manos, muñecas, pies o tobillos. En pocas palabras: no es moco de pavo; se trata de situaciones de alta dependencia.
Que exista diagnóstico de artrosis no garantiza la prestación. La localización, la intensidad de las lesiones y la autonomía personal marcan la diferencia. ¿Te preguntas si tu caso encaja? La clave está en demostrar el impacto funcional y la ausencia de mejoría pese a los tratamientos seguidos. Por consiguiente, el resultado dependerá de la valoración individual y del grado que corresponda.