El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) ha registrado un déficit de 169.000 euros, marcando su primera entrada en números rojos desde 2021. Este resultado es consecuencia del aumento en el gasto en prestaciones por desempleo, que ha superado a los ingresos obtenidos por cotizaciones. Esta situación plantea un reto significativo para la sostenibilidad del sistema de protección social y podría derivar en ajustes en el modelo de financiación del organismo. El saldo negativo en el SEPE se debe a una combinación de factores estructurales y coyunturales como el aumento del gasto en prestaciones y un menor crecimiento en la recaudación por cotizaciones.
Causas y consecuencias de la caída de ingresos en el SEPE
En 2025, el gasto en prestaciones por desempleo ascendió a 2.215 millones de euros, con una tasa de cobertura del 74,1%, la más alta desde 2011. Esto significa que casi 3 de cada 4 personas desempleadas reciben algún tipo de ayuda, lo que supone un esfuerzo financiero mayor para el SEPE. Mientras que el gasto en prestaciones ha crecido, los ingresos por cotizaciones no han seguido el mismo ritmo. Aunque el mercado laboral ha mostrado signos de recuperación, varios factores han limitado el crecimiento de los ingresos del Servicio Público de Empleo Estatal.
El déficit actual contrasta con el superávit registrado en 2023, cuando el SEPE logró recaudar 27.300 millones de euros en cuotas de desempleo, frente a un gasto en prestaciones de 21.600 millones, evidenciando la necesidad de ajustes en el sistema. Si la situación no se revierte en los próximos meses, el déficit del SEPE podría tener diversas repercusiones en la economía y las políticas públicas españolas. El SEPE forma parte del sistema público de protección social, por lo que un déficit sostenido podría aumentar el gasto del Estado y contribuir al crecimiento del déficit público. Esto podría obligar al Gobierno a reasignar recursos o incrementar la presión fiscal para compensar la falta de ingresos.
Posibles soluciones para equilibrar el déficit del SEPE
Para evitar que el déficit se convierta en un problema estructural, es necesario implementar estrategias que mejoren la sostenibilidad del sistema de prestaciones por desempleo. Algunas posibles soluciones incluyen impulsar la creación de empleo estable, mejorar la eficiencia del gasto o diversificar fuentes de financiación. El déficit del SEPE en 2025 marca un punto de inflexión en la financiación del sistema de prestaciones por desempleo en España. Si bien el aumento en la cobertura de ayudas es una señal positiva en términos de protección social, el desajuste financiero obliga a plantear soluciones para garantizar la sostenibilidad del sistema a largo plazo. Las decisiones que tome el Gobierno en los próximos meses serán clave para definir el futuro del SEPE y su capacidad para seguir garantizando la protección de las personas desempleadas.