El exdefensa, mundialista con Togo en 2006, logró que el Tribunal Supremo le reconociera una incapacidad permanente total derivada de accidente laboral y una pensión vitalicia de 19.000 euros anuales tras la grave lesión sufrida en el Mundial. Ha fallecido a los 45 años en Francia, dejando un caso convertido en referencia.
Ludovic Assemoassa solía recordar que la carrera de futbolista es muy corta y que, si no se es una gran estrella, se gana poco y toca seguir trabajando tras la retirada. Su propia vida lo reflejó con crudeza: del Mundial con Togo a una lesión gravísima, la retirada forzada, años de litigios con la Seguridad Social y, ahora, la noticia de su muerte.
El futbolista que consiguió una pensión vitalicia de la Seguridad Social
Nacido en Lyon y formado en la cantera del Olympique de Lyon, Assemoassa dio el salto profesional en el Clermont Foot, donde disputó 133 partidos. Más tarde llegó a España para jugar en el Ciudad de Murcia, después Granada 74, el último club profesional al que perteneció antes de su traumática retirada.
El punto de inflexión llegó el 13 de junio de 2006, en el debut de Togo en el Mundial ante Corea del Sur. En el minuto 62 sufrió una rotura total del tendón rotuliano, una de las lesiones más graves para un futbolista, ocurrida sin contacto y en un gesto rutinario. Operado de urgencia dos días después, regresó a los terrenos de juego 18 meses más tarde con el Granada 74, pero nunca recuperó su nivel por las molestias constantes, la inflamación crónica y hasta un clavo infectado en la rodilla.
En mayo de 2008 tuvo que ser de nuevo intervenido y ya no volvió al fútbol profesional. Aunque llegó a figurar en el Limonest francés, no consta que disputara partidos oficiales. Con apenas 30 años, su carrera había terminado. ¿Qué pasa cuando una lesión corta así el futuro de un deportista? Él mismo admitía que era joven y tenía buen futuro cuando empezó a trabajar como entrenador de un filial en Lyon y como profesor para sostener a su familia.
Cómo el Tribunal Supremo reconoció la incapacidad permanente total por accidente
El final abrupto de su carrera derivó en una larga batalla administrativa. En 2010 pidió a la Seguridad Social española una incapacidad permanente total derivada de accidente laboral, alegando que la lesión se produjo cuando pertenecía contractualmente al Granada 74. La solicitud fue rechazada en un primer momento.
Posteriormente, una sentencia favorable fue revocada por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, que consideró que, al haber cumplido 30 años, su actividad profesional como futbolista podía darse por finalizada. Sin embargo, el caso llegó al Tribunal Supremo, que en 2017 falló a su favor. La Sala de lo Social determinó que la lesión derivaba de un accidente profesional, que seguía en activo cuando pidió la prestación y que no existe norma que impida ejercer la profesión a los 30 años.
El fallo convirtió su caso en una referencia, recordada de forma especial tras conocerse su fallecimiento. De hecho, dejó claro que una edad concreta no puede ser el único argumento para negar una prestación por incapacidad permanente total a un profesional en activo.
Qué enseñanzas deja su pensión vitalicia y su batalla administrativa
El recorrido vital de Assemoassa muestra hasta qué punto una lesión laboral puede cambiar la vida de una persona y la importancia de que la Seguridad Social reconozca esa realidad. ¿Qué habría pasado si el Tribunal Supremo no hubiera corregido los criterios anteriores? Su caso ilustra que la vía judicial puede ser larga, pero también que es posible lograr el reconocimiento de una pensión cuando existen argumentos sólidos.
Sus propias palabras, cuando explicaba que la carrera apenas dura “entre 10 y 15 años” y que “si no eres una estrella, ganas poco”, reflejan el contraste entre la imagen de éxito y la realidad económica de muchos futbolistas. Al final, su pensión vitalicia de 19.000 euros anuales fue el respaldo que no siempre garantiza la fama pasajera del deporte profesional. Dicho en plata, el brillo del Mundial se apagó pronto, pero la protección de la incapacidad permanente total llegó para acompañarle toda la vida.







