Formación Profesional y género: por qué persisten los estereotipos en pleno siglo XXI

La elección de ciclos sigue marcada por estereotipos; lograr la igualdad exige un cambio cultural profundo

La igualdad de oportunidades en la Formación Profesional (FP) todavía choca con la realidad de unos ciclos formativos claramente masculinizados o feminizados. Aunque la oferta ha crecido y cada vez más jóvenes ven en la FP una vía rápida de inserción laboral, la huella del género sigue decidiendo qué estudian chicas y chicos y, por tanto, qué empleos acaban ocupando.

Los estereotipos de género condicionan desde la infancia la elección de la Formación Profesional

Desde edades tempranas, se asocia lo técnico a los niños y lo social a las niñas. Falta un espejo donde mirarse: pocas mujeres lideran entornos industriales y casi ningún hombre destaca en profesiones de cuidado, ¡vaya paradoja en pleno siglo XXI! De ahí que, cuando llega el momento de escoger un ciclo, la mayoría repita el guion aprendido sin apenas cuestionarlo.

La segregación en ciclos técnicos y de cuidados perpetúa la brecha salarial y de oportunidades

El resultado de estos patrones se palpa en las aulas y, posteriormente, en la nómina. Los chicos copan la Fabricación Mecánica, Electricidad o Mantenimiento de Vehículos; ellas, Sanidad o Imagen Personal. ¿El problema? Los sectores masculinizados suelen pagar mejor y ofrecen más contratos indefinidos a jornada completa.

A continuación se recoge, a modo de radiografía rápida, qué familias profesionales siguen dominadas por cada sexo:

Familia profesionalPredominio de género
Servicios Socioculturales y a la ComunidadMujeres
SanidadMujeres
Imagen PersonalMujeres
Fabricación MecánicaHombres
Electricidad y ElectrónicaHombres
Instalación y MantenimientoHombres
Transporte y Mantenimiento de VehículosHombres

Como se observa, la división apenas deja resquicio al equilibrio. En consecuencia, las mujeres continúan concentradas en ocupaciones con peores salarios y menor estabilidad, incluso dentro de perfiles STEM donde su ventaja inicial en inserción se diluye con el tiempo.

Impulsar referentes, políticas activas y orientación sin sesgos equilibrará la presencia masculina y femenina

¿Qué se puede hacer para darle la vuelta a la tortilla? Resulta clave actuar en varios frentes:

  • incorporar referentes femeninos y masculinos en todas las ramas profesionales, tanto en el aula como en las empresas;
  • diseñar campañas de orientación temprana que desmonten mitos sobre “trabajos de chicos o de chicas”;
  • reforzar la igualdad salarial y la conciliación para hacer atractivos los sectores feminizados a los hombres;
  • apoyar a las tituladas STEM con mentorías que eviten el abandono y la brecha de jornada;
  • visibilizar las salidas laborales de cuidados y servicios para que los chicos las valoren en su proyecto vital.

Este listado no pretende ser exhaustivo, pero marca sendas de acción inmediatas y realistas.

Hacia una Formación Profesional con igualdad real: pasos necesarios y retos pendientes

Romper la segregación exige un giro cultural que involucre a familias, centros y tejido empresarial. No basta con animar a las chicas a estudiar tecnología; también hay que abrir la puerta a que los chicos cuiden y enseñen. Solo así, la FP responderá a la demanda de talento que el mercado reclama y, al mismo tiempo, garantizará que nadie renuncie a su vocación por culpa de un estereotipo. ¿Estamos listos para aceptar el desafío?

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