Un aroma a boquerones fritos que se cuela por las calles, el canto de los gallos al amanecer y la tertulia eterna junto a un vaso de vino: así suenan las mañanas en Guájar Faragüit. Si alguna vez has parado en un bar de pueblo para desayunar tostada con aceite y tomate, ya sabes de qué va esta historia. Y si tu abuela te ha contado que antes las tabernas eran poco más que chozas de cañas, te sentirás como en casa. Hoy hablamos del único bar del pueblo, el viejo «Bar Chumbo» (ahora Bar Parada), que lleva más de seis décadas dando de comer, chismorrear y brindar a todo el que pasa. ¿Cómo pasó de cabaña improvisada a restaurante con carta selecta y menú a 13 euros? Quédate, que aquí van los detalles jugosos.
¿Cómo nació el Bar Chumbo hace más de 60 años?
Poner en marcha un negocio con cuatro duros y mucha paciencia era habitual en la España rural de mediados del siglo XX, y Juan Cano con su mujer Carmen (más conocida como «La de la Marina») no fueron la excepción. Armados con una choza de cañas y las tapitas que Carmen cargaba desde Motril a lomos de una mula, abrieron el «Bar Chumbo» rodeado de chumberas. El invento funcionó tan bien que, años después, la choza se cambió por una caseta de obra y el bar se re-bautizó como Bar Parada, punto de encuentro para jornaleros, curiosos y hasta gatos atraídos por el olor a pescado frito.
Momento clave | Espacio | Protagonistas | Detalle relevante |
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Más de 60 años atrás | Choza de cañas | Juan Cano y Carmen | Nacen las primeras tapas de chicharrones y caracoles |
Años después | Caseta de obra | Familia Cano | El bar pasa a llamarse Bar Parada |
Hace un año | Local renovado | Francisco López (46 años) | Reabre con carta ampliada y menú a 13 euros |
De ahí en adelante, la barra nunca perdió clientela; ni cuando el local pasó a manos de Francisco (hijo) y de María, ni durante el periodo de alquiler. Hoy es Francisco López Cano, nieto del fundador, quien comanda la cocina tras haber pedido excedencia en Coca‑Cola. Y lo hace con tablas: abre a las 6:00 h y cierra a las 00:00 h, miércoles libres mediante, para que la olla del puchero no se quede nunca sin hinojos.
¿Qué tapas y platos siguen conquistando a los clientes?
Francisco mantiene la esencia de las recetas familiares, esas que saben «a pueblo» y que valen más que un máster culinario. El famoso puchero de hinojos, los boquerones en vinagre que aprendió de su abuela y las migas con engañifa (sí, las que llevan más tropezones que pan) siguen despachándose a ritmo alegre, sobre todo cuando llega el fresco y apetece cuchara.
A continuación encontrarás los bocados que más rápido desaparecen de la barra:
- Puchero de hinojos (en temporada), manitas de cerdo, migas con engañifa, fritura de pescado, asadura aliñada, choto por encargo, carne en salsa, solomillo, secreto, tortilla de patatas, sopas varias y postres caseros.
Que no te engañe la lista: el menú completo sale por 13 euros, cantidad que, entre nosotros, apenas da para dos cafés en según qué zonas chic. Por si fuera poco, la carta de vinos presume de referencias selectas y la bandeja de boquerones fritos sigue perfumando la plaza como cuando corrían doce tabernas por el pueblo.
Disfruta del Bar Parada sin perderte nada
En primer lugar, llega pronto si tu visita coincide con temporada de puchero; el caldo vuela antes del mediodía. Por otro lado, reserva con antelación el choto o te quedarás mirando la cazuela vacía. Recuerda además que los miércoles baja la persiana, así que organiza tu escapada jueves o fin de semana para evitar el paseo en balde.
Finalmente, si viajas con curiosidad gastronómica, charla un rato con Francisco: te contará cómo aprendió a leer con don Arturo y a hacer cuentas mientras servía vinos. Con un poco de suerte te mostrará fotos antiguas del bar de cañas, prueba viviente de que un negocio nacido con hojas de tocino y caracoles puede convertirse, seis décadas después, en la parada obligatoria de la Costa Tropical.