Imagina un rifirrafe que dura desde el siglo XVI y cuyo trofeo es una cala de aguas turquesa. Eso es lo que ocurre con la playa de los Cocedores, o también conocida como Cala Cerrada, encajada y muy disputada, entre Águilas (Murcia) y Pulpí (Almería). Sus acantilados volcánicos, su arena dorada y un mar transparente que ni Photoshop consiguen que medio país suspire por visitarla. Si buscas un escondite sin multitudes ni sombrillas pegadas, sigue leyendo porque esta joya mediterránea puede que se convierta en tu próximo plan.
¿Por qué la cala de los Cocedores es un flechazo instantáneo?
Pocas playas presumen de formaciones rocosas salpicadas de cavidades y pequeñas grutas que parecen esculpidas con paciencia infinita por el viento y el agua. Aquí, los acantilados volcánicos enmarcan un mar cristalino que invita a calzarse las gafas de snorkel o subirse a la tabla de paddle surf sin preocuparse por las aglomeraciones.
La fotogenia del lugar no ha pasado desapercibida para el cine: varios rodajes han plantado cámaras sobre su fina arena dorada, aprovechando la luz limpia y el silencio solo roto por las olas. Tú, tumbado a ras de mar, entenderás rápido por qué cualquier preocupación se queda en modo avión.
La bronca arranca cuando Vera (Almería) y Lorca (Murcia), mucho antes de que existieran Pulpí y Águilas reclamaban este trocito de costa. El lío administrativo ha saltado de generación en generación hasta nuestros días, influyendo en algo tan terrenal como quien coloca la papelera o repara la pasarela.
Oficialmente, el arenal figura en el término municipal de Pulpí, pero basta fijarse en los chiringuitos para notar el tira y afloja: uno ondea la bandera de Andalucía (Los Cocederos) y el otro la de la Región de Murcia (Zoco del Mar). Ni que estuvieran jugando al capture the flag con chanclas.
Cómo plantarte allí sin perder los nervios
Llegar tiene su aquel, y quizá por eso la cala conserva ese aire exclusivo que tanto se agradece. El truco es sencillo: la carretera nacional A‑332 (Vera‑Águilas) te deja a tiro de piedra, pero el remate incluye una pista de tierra.
- Conduce por la A‑332 hasta el cruce señalizado hacia la playa.
- Recorre unos 200 metros de camino sin asfaltar: ve despacio, no es un rally.
- Aparca, respira hondo y deja que el azul intenso haga el resto.
Una vez pises la arena comprenderás que esos 200 metros de traqueteo valen oro: el Mediterráneo se abre ante ti sin el bullicio de otras zonas más populares.
Cómo disfrutar de esta cala tan bonita y poco conocida para algunos
Si lo tuyo es la tranquilidad, madruga un poco y elige la orilla que prefieras: Andalucía a la izquierda, Murcia a la derecha. Métete en el agua con máscara y tubo; las aguas cristalinas regalan un catálogo de peces que compensa cualquier discusión autonómica.
Cuando apriete el hambre, decide de qué lado de la frontera quieres tapear: ambos chiringuitos sirven para reponer fuerzas con vistas al mar y son la prueba más sabrosa de que la rivalidad puede ser, literalmente, de buen gusto.