La Seguridad Social está concediendo incapacidades permanentes por alcoholismo, al considerarlo una enfermedad crónica que puede provocar un deterioro grave en la capacidad para trabajar. Se trata de un cambio de enfoque que se suma a la evolución vivida en las últimas décadas, en las que patologías como la ansiedad, la depresión o el estrés crónico han pasado de ser casi ignoradas a reconocerse como causas válidas de incapacidad.
Este giro refleja una mayor comprensión de la relación entre salud y empleo, así como la necesidad de proteger a trabajadores que antes quedaban desamparados cuando su enfermedad no encajaba en los criterios tradicionales de incapacidad.
La incapacidad permanente por alcoholismo como enfermedad crónica reconocida hoy
Asta ahora, el alcoholismo se veía como un simple vicio, pero ahora se reconoce como una enfermedad que puede afectar muy seriamente a la vida laboral. Según indica, este trastorno puede generar deterioro cognitivo, pérdida de reflejos, trastornos de conducta y daño orgánico, lo que compromete la seguridad en el puesto de trabajo. ¿Qué ocurre cuando estos efectos se trasladan al día a día laboral?
Cuando concurren estas situaciones, la patología se equipara a otras enfermedades incapacitantes y la incapacidad deja de ser una opción lejana para convertirse en una posibilidad real. No es ninguna tontería para quien ve comprometido su empleo.
Cuándo la Seguridad Social puede conceder incapacidad permanente por alcoholismo
La incapacidad permanente por alcoholismo se reconoce cuando el deterioro afecta de forma directa a la profesión, a la conducción, al manejo de maquinaria, a la atención al público, a trabajos de precisión o a turnos nocturnos. En estos casos, sí puede dar lugar a incapacidad permanente, total o absoluta. ¿De qué depende que se reconozca un grado u otro?
Influyen tanto las funciones del puesto como el cargo y el grado de enfermedad, porque no es lo mismo un trabajo con maquinaria que una atención continuada al público. El procedimiento para acceder a un grado de incapacidad comienza con la solicitud ante el Instituto Nacional de la Seguridad Social, acompañada de informes médicos que acrediten la gravedad de la patología y su impacto en la vida laboral.
Después, los servicios médicos de la Seguridad Social realizan una evaluación y emiten un dictamen, que puede ser revisado si existe desacuerdo con la resolución adoptada. Con este panorama, los juzgados están reconociendo incapacidad cuando existe trastorno por consumo de alcohol con diagnóstico psiquiátrico y aparecen los daños descritos, adaptando así la legislación a una realidad antes invisibilizada.







