Polémica en León por las nuevas plazas de aparcamiento rosas solo para mujeres: «Es absurdo»

A veces basta un brochazo de pintura para que una ciudad entera se enfrente. En los últimos días, León se ha llenado de curiosos que se arriman a la explanada de los Pendones Leoneses para contemplar unas plazas de aparcamiento teñidas de rosa chicle. La idea, firmada por el alcalde socialista José Antonio Diez, suena, sobre el papel, a “protección de colectivos vulnerables”. Sin embargo, entre comentarios de café y tertulias de ascensor, el vecindario (ellas y ellos) se pregunta: “¿Y esto a cuento de qué?”. Algunos ven amabilidad urbana; otros, una señal luminosa de discriminación. Y así, con cada raya rosa, la conversación sobre igualdad, seguridad y legalidad se ha puesto al rojo vivo en la capital leonesa.

¿Qué pretende el Ayuntamiento con los aparcamientos rosas?

Primer dato práctico: las nuevas plazas están justo en la explanada de los Pendones Leoneses, un espacio amplio y muy transitado. Allí se ha pintado el asfalto con fondo rosa y un icono de mujer con falda, todo bien visible para que nadie alegue despiste. El Consistorio insiste en que la medida busca que las conductoras gocen de un hueco “más ancho, mejor iluminado y pegado a las aceras”, y así reducir el riesgo de agresiones nocturnas. Según el alcalde, “ya existe en otras ciudades europeas”, aunque no concreta nombres ni estadísticas.

A pie de calle, la reacción no se ha hecho esperar. Varias mujeres admiten sentirse “inútiles” con la etiqueta de fragilidad permanentemente pegada al parachoques, mientras bastantes hombres califican la decisión de “totalmente discriminatoria”. El argumento más repetido es sencillo: si la Constitución proclama que nadie puede ser diferenciado por razón de sexo, ¿cómo justifica una ordenanza municipal un veto tan explícito?

La legalidad de estas zonas exclusivas está, de momento, escrita en arena. El propio Ayuntamiento baraja sancionar a los varones que aparquen allí, pero no ha detallado importe ni procedimiento. Varios vecinos recuerdan, en voz alta, que “los españoles son iguales ante la Ley”, avisando de que la ordenanza podría estrellarse contra la Constitución. Sobre la mesa flota una duda: ¿es una política de seguridad o un filtro sexista camuflado de buena intención?

Además, la medida provoca otro choque: ¿quién vigila que el conductor cumpla el requisito? ¿Habrá que llevar certificado de género junto al permiso de circulación? Por ahora, el Consistorio guarda silencio sobre controles y excepciones (vehículos familiares, personas con movilidad reducida o, simplemente, hombres que conduzcan el coche de su pareja). De ahí que, más allá del debate ideológico, la sensación general sea de confusión administrativa, aderezada con un ligero tono de guasa castiza.

Cómo actuar si te multan por usar un aparcamiento rosa sin ser mujer

Pongamos que, pese a la polémica, alguien estaciona y recibe una sanción. Antes de rascarse el bolsillo, conviene repasar algunos pasos básicos:

  1. Solicitar por escrito la copia completa de la denuncia y de la ordenanza municipal que la respalda.
  2. Revisar si en la señalización existe referencia clara a la prohibición, su fundamento jurídico y la cuantía exacta.
  3. Presentar alegaciones en el registro del Ayuntamiento dentro del plazo indicado en la propia multa, adjuntando fotografías y cualquier testigo que acredite falta de información o señal confusa.
  4. En caso de silencio o desestimación, acudir al Juzgado de lo Contencioso‑Administrativo de León para impugnar la resolución.

Estos cuatro movimientos no garantizan el éxito, pero al menos obligan a la administración a justificar cada euro reclamado. Al fin y al cabo, cuando una medida urbana se apoya en la idea de proteger, también debe pasar la prueba de la transparencia y la igualdad ante la norma.

Las plazas rosas todavía no han cumplido ni una semana y ya cargan con más debate que coches estacionados. Queda por ver si la novedad se afianza, se revisa o acaba tapada bajo otra capa de pintura. Mientras tanto, la ciudadanía leonesa ejercerá de juez y parte, recordando que las buenas intenciones no siempre pisan firme cuando se mezclan con brocha gorda y normativa apresurada.

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