Cada 1 de mayo celebramos el Día Internacional de los Trabajadores, aunque podríamos llamarlo también el día de los currantes, de las Kellys o de los obreros. Usamos trabajo porque es la forma más general del español para una ocupación física o mental, remunerada o no. El detalle curioso es que la palabra nace con mal pie: detrás está el tripalium, un artilugio de tres palos para torturar. Por eso, en castellano antiguo, trabajar significaba sufrir y padecer; y, de hecho, cuando hoy decimos que algo es trabajoso estamos reciclando ese sentido de costoso y sacrificado.
A lo largo de siglos, los sinónimos han ido cambiando según oficio, época y país, del obrero del siglo XIII al laburo de Argentina y Uruguay. Aquí va una guía clara, con fechas concretas y ejemplos prácticos, para no perderse en este vocabulario tan cotidiano.
¿Cuál es el origen de trabajo y por qué suena a tortura?
Hubo quien vendió el mejor trabajo del mundo como cuidar una isla tropical en Australia; suena bien, pero el nombre igual no acompañaba. La raíz de trabajar es un derivado del latín tripalium, esa cruz de tres palos con la que se ataba a un reo para asarlo al fuego o aplicarle otras prácticas nada agradables.
De ahí que trabajar, en su sentido más antiguo en castellano, fuera sufrir y padecer. Todavía lo notamos cuando calificamos algo de trabajoso, es decir, costoso, difícil o sacrificado. Curiosamente, una sola vocal lo puede cambiar todo: si trabajar era estar afligido, trebejar y trebejo significaban jugar y divertirse; los trebejos eran los enseres de juego de los niños o las bromas entre adultos. Parado frente a pagado: una letra, dos vidas.
Obrero, operario, peón y tajo: diferencias y fechas clave
En español moderno, trabajador o empleado son términos estándar, y empleo (del latín implicare, vía francés) no se generalizó con el sentido de trabajo hasta finales del siglo XV. Por otro lado, otras voces más antiguas conectan directamente con las labores manuales del campo, el ganado o los arreglos.
A continuación, un mapa rápido con origen, época y matiz de varias palabras clave del mundo laboral. Fíjate en las fechas: ayudan a entender por qué no todo trabajador es lo mismo ni se nombra igual.
| Término | Origen/etimología | Época/fecha en español | Matiz o uso descrito |
|---|---|---|---|
| empleo | Del latín implicare, vía francés | Se generaliza a finales del siglo XV | Trabajo remunerado; forma estándar en la lengua moderna |
| obrero | Del latín operari → operarius | Documentado desde el siglo XIII | Trabajo manual; base del movimiento obrero |
| operario | Forma culta desde operarius | Desde el siglo XVII | Trabajo más especializado |
| peón | De la palabra latina para pie | — | Trabajador; de ahí peonada, sueldo por día de trabajo |
| tajo | De taleare (cortar, tajar) | — | Ir al tajo equivale a ir al trabajo; imagen del corte de segadores y cavadores |
| destripaterrones | Compuesta del ámbito agrícola | Definición de 1791 | “El gañán o jornalero que cava o ara la tierra” (Diccionario de la RAE, 1791) |
Estas voces dibujan una escena muy concreta: campo, herramientas y jornal. Por consiguiente, no extraña que el destripaterrones se definiera en 1791 como “El gañán o jornalero que cava o ara la tierra”. En resumen, el lenguaje dejó huella de dónde y cómo se trabajaba.
Proletario y 1 de mayo: cómo se mezclan trabajo y reivindicación
El Día Internacional de los Trabajadores es también la fiesta del movimiento obrero, y en ese marco aparece proletario, derivado de proles (descendencia). En el siglo XVIII se veía como voz latina de escaso uso en español; un siglo después, ya se propagaba para nombrar al trabajador que menos poseía, cuya pertenencia principal era su familia y él mismo.
Paradójicamente, la semilla de esta conmemoración surge en Estados Unidos, como recuerdo de los incidentes de Chicago de mayo de 1886. Sin embargo, allí se celebra el primer lunes de septiembre, el Labor Day, una elección que buscó frenar a finales del siglo XIX el posible crecimiento del comunismo asociado a las reclamaciones del proletariado.
De labor a laburo: variantes por país y por siglo
Labor remite al latín labor. En español antiguo significaba cualquier trabajo y, ya en el siglo XVI, se aplicaba sobre todo a las tareas del campo. De laborare vienen labrar (hoy restringido a las faenas del campo) y, por herencia italiana, laburar y laburo.
Estas dos últimas se usan en el español de Argentina y Uruguay, en registros muy coloquiales, y llegaron a través de la numerosa migración italiana instalada en esa área desde finales del siglo XIX. Por otro lado, las variantes geográficas se multiplican: en Costa Rica se habla de breteadores; en México, de chambeadores (chambear e ir a la chamba); y en España oímos curritos o currelantes. Además, currante, currar y currelo entraron en el diccionario de la RAE en la década de los 80 con marca de coloquialidad.
Nuevos términos del empleo: Kellys, miniempleo y trabajoadicto
Que el trabajo sea parte estable de la vida no fija su vocabulario: siguen llegando palabras. Tres incorporaciones recientes dibujan bien el panorama. Primero, las que limpian habitaciones de hotel se hacen llamar las Kellys, en un juego de siglas que condensa las que limpian. Segundo, minijob se ha adaptado como miniempleo, una palabra muy cuqui que suele nombrar realidades de precariedad laboral. Y tercero, si por elección propia no tienes otra vida que el trabajo, eres trabajoadicto o trabajólico.
Esta fotografía del léxico actual nos habla, por tanto, de empleos precarios (los miniempleos), de discriminación de sexo (las Kellys) y de vidas absorbidas por el trabajo (el trabajoadicto). A veces se mantiene la palabra, pero cambia la realidad a la que apunta; esclavos los hubo antes y los hay ahora.
Cómo usar estos términos en tu día a día (sin liarte)
En fechas: el 1 de mayo se celebra el Día Internacional de los Trabajadores; si hablas del calendario en Estados Unidos, el homenaje es el primer lunes de septiembre, el Labor Day. Esto quiere decir que puedes precisar el contexto según lugar y día para no mezclar conmemoraciones.
En oficios y matices: obrero (desde el siglo XIII) remite al trabajo manual; operario (desde el siglo XVII) se asocia a tareas más especializadas. Si la paga es por jornada, la palabra es peonada; si te refieres a empezar la faena, ir al tajo hace referencia, literalmente, a cortar o tajar, como en el campo. Y si quieres pintar el perfil rural, destripaterrones te coloca en el surco.
En registros coloquiales: en España suenan currante, currar y currelo (con marca coloquial desde la década de los 80); en México, chamba y chambear; en Costa Rica, brete y breteadores; en Argentina y Uruguay, laburo y laburar. Por consiguiente, elige según país y confianza: no es lo mismo hablar en una asamblea que en el bar.
En reivindicación y precariedad: si el enfoque es social, proletario encaja en contextos del movimiento obrero; si apuntas a contratos cortos y sueldos menguantes, miniempleo te da la clave. Para el colectivo de las que limpian habitaciones de hotel, la forma usada es las Kellys; y si te pasas de horas por gusto propio, trabajoadicto (o trabajólico) lo nombra sin rodeos. De ahí que, con un poco de precisión, puedas llamar a cada cosa por su nombre, sin dramatismos… ni tripalium de por medio.







