Un anciano nacido en Híjar (Teruel) se ve obligado a vender latas en una chatarrería para complementar una pensión que no le alcanza para pagar los gastos básicos de su vivienda. En España son muchas las personas que tienen dificultades para llegar a final de mes y este hombre de 90 años recoge latas por la calle y las vende para poder pagar sus facturas.
Un pensionista de Híjar de 90 años obligado a recoger latas por su baja pensión
El protagonista nació en 1935 y perdió a su padre en la Guerra Civil. Recuerda que su madre sacó adelante a la familia como pudo y que en el pueblo eran “los más pobres”. Ahora, con nueve décadas a sus espaldas, tiene tres hijos y vive con una de sus hijas, viuda desde hace años, de la que dice que “es la que me cuida”, y afirma que su pensión es “normal, como la de cualquier cristiano”.
Sin embargo, entre la comunidad del piso, la luz, el agua y los recibos del ayuntamiento, el dinero no llega. Menciona pagos por recogida de basura, limpieza de tuberías y “alguna historia” más en sus recibos. ¿Cómo llega entonces a fin de mes? Buscándose la vida recogiendo latas para completar sus ingresos. La historia se ha conocido gracias a un vídeo en redes sociales de Julio Caviedes, en el que el anciano explica cómo su pensión no basta para pagar los gastos básicos de la vivienda.
@juliocaviedes_ Esto es normal ?🤔🤔
♬ Veil of Air – Fabian Waves
Recoger latas y venderlas en una chatarrería para pagar los gastos fijos
Cada día, este anciano sale a la calle para recoger latas. Las aplasta, las guarda en bolsas y, cuando reúne varios sacos, las lleva a vender. Él mismo resume su rutina: “Vengo para aquí, cojo unas laticas y cuando tengo siete u ocho sacos, lo llevo ahí a Cogullada”. Indica que se las compran por 85 céntimos y que “antes pagaban a 80, ahora han subido 5 céntimos”.
“Llevo las laticas a una chatarrería que compra metales. Es la que mejor paga”, explica. Realiza este recorrido acompañado de su perro, al que lleva en un furgón que también utiliza para transportar las bolsas de latas. Como suele decirse, no le queda otra.
La recogida y venta de latas no responde a caprichos, sino a la necesidad de cubrir estos gastos habituales de cualquier hogar. La historia ha causado conmoción en redes sociales, donde muchos han expresado pena e indignación al ver que un hombre de 90 años debe seguir buscándose la vida así para pagar la luz, el agua o la basura. ¿Es razonable que, a esa edad, dependa de llevar latas a una chatarrería para mantener al día sus recibos?







