Un cartero tras pasar 31 años trabajando no puede jubilarse y tiene que seguir repartiendo flores: “Si necesito una semana libre, simplemente les digo que no iré”

John Moore, de 68 años, decidió regresar al mercado laboral para seguir activo y no tener que recurrir a sus ahorros de jubilación.

Tras 31 años repartiendo correo en Massachusetts, John Moore creyó que había llegado su merecido descanso. Se jubiló a los 59 años con un plan de ahorro para el retiro, convencido de que tendría cubiertas sus necesidades económicas. Sin embargo, la motivación por permanecer activo y la idea de no tocar sus ahorros le llevaron a retomar la actividad laboral: ahora entrega flores a tiempo parcial y gana 20 dólares la hora.

Razones que impulsan a un cartero jubilado a retomar el trabajo

John Moore explica que su nueva rutina le aporta independencia y la posibilidad de “no gastar ni un solo dólar” de su cuenta de jubilación, al mismo tiempo que mantiene el contacto con la gente. Durante sus jornadas laborales como cartero solía caminar hasta 13 kilómetros al día y conocer a la mayoría de los vecinos. Ahora, al repartir flores, afirma que el trato con las personas sigue siendo cercano y agradecido, ya que suele entregar un producto que siempre provoca sonrisas.

¿Cuál es el atractivo principal de este trabajo? Según Moore, el factor humano. Por un lado, encuentra un horario flexible de 18 horas semanales. Por otro, comenta que le resulta gratificante poder rechazar las propinas y seguir valorando la solidaridad de sus clientes. Además, reconoce que el sueldo le garantiza un pequeño extra sin comprometer su tiempo libre ni su jubilación.

Las reflexiones de John Moore sobre un empleo satisfactorio tras jubilarse

Para Moore, el trabajo como cartero fue más que un simple oficio. Cuenta que llegó a avisar a los hijos de sus vecinos cuando recibían la ansiada carta de admisión en la universidad, creando una conexión especial con la comunidad. “Dependiendo de lo que entregas, la gente se alegra o no de verte, pero acabas formando parte de su día a día”, comenta con humor.

Esa misma sensación de cercanía la ha reencontrado en la floristería, donde cada ramo que entrega suele ir cargado de un motivo especial. “A veces me dicen que es para un aniversario, otras para alegrar el día a alguien en el hospital… Sonreír es casi un requisito del trabajo, y eso me encanta”, asegura.

La motivación de seguir activo y el temor a una jubilación pasiva

Un aspecto que Moore recalca es el miedo a caer en la inactividad total. Haber planificado su retiro con un buen fondo de ahorros, no le ha impedido buscar otra fuente de ingresos para evitar el sedentarismo. “A los 68 años, no me veo dejando este trabajo pronto. Me gusta caminar hasta la tienda, charlar con la gente y alegrarles el día con flores”, admite.

Para él, la decisión de volver a trabajar no obedece solo a motivos económicos. Al contrario: saber que todavía no ha tocado ni un solo céntimo de su plan de jubilación se traduce en mayor libertad de elección. De hecho, confiesa que puede tomarse semanas libres cuando le apetece viajar o pasar tiempo en familia, algo que su mujer también agradece, ya que conserva un horario similar mientras se encarga de los nietos.

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