¿Te ha pasado alguna vez que metes la mano en el congelador para sacar un helado y te congelas hasta el pensamiento? Ahora imagina quedarte dentro con la puerta cerrada. Eso le ocurrió a una empleada de Pret a Manger en la londinense Victoria Coach Station: dos horas y media atrapada en un congelador industrial a –18 °C. Sobrevivió abrazada a cajas de cruasanes, el heroico lado B de la bollería, pero acabó en el hospital con hipotermia. La película de terror le ha salido carísima a la cadena británica: 800.000 £ de multa (unos 933.000 €) más 23.667 £ en costas. Y todo por saltarse a la torera la prevención de riesgos laborales.
¿Qué ocurrió exactamente dentro del congelador de Pret a Manger?
La pesadilla comenzó el 29 de julio de 2021, a la hora en que muchos empleados recogen género para el turno de mañana. La trabajadora (vaqueros, camiseta y muchas ganas de terminar la jornada) entró en la cámara y el pestillo interior decidió tomarse vacaciones. El termómetro marcaba –18 °C, una temperatura propia del Ártico corporativo.
Durante dos horas y media trató de tapar la rejilla de aire gélido con cajas de cruasanes de chocolate. Cuando la localizaron estaba con las piernas entumecidas, luchando por respirar y convencida de que no saldría con vida. Fue trasladada al hospital y diagnosticada con hipotermia.
¿Por qué la sanción roza el millón de euros?
El 30 de agosto de 2023, el Tribunal de Magistrados de Westminster impuso a Pret a Manger una multa de 800.000 £ y le añadió 23 667 £ en costas judiciales. El juez aplicó el artículo 2 de la Ley de Salud y Seguridad en el Trabajo de 1974 (la norma británica que obliga a las empresas a garantizar entornos seguros) y subrayó la “falta total de evaluación de riesgos”.
En román paladino: la empresa no tenía el documento que identifica peligros y establece cómo evitarlos (la famosa evaluación de riesgos) y eso, cuando manejas frigoríficos industriales, resulta tan imprudente como dejar la puerta del coche abierta en pleno atasco. La defensa alegó “fallo mecánico”, pero el magistrado recordó que los fallos mecánicos se prevén, no se lamentan.
¿Ha pasado antes algo parecido en la cadena de bocadillos?
Sí. El sistema interno de Pret registró varias averías en los pulsadores de apertura durante los 19 meses previos al suceso, incluida otra empleada atrapada en enero de 2020 por la misma avería en un local satélite. Es decir, la alarma llevaba sonando, pero nadie cambió las pilas.
Además, la propia concejala Aicha Less, vicepresidenta del consistorio de Westminster, recordó que “saltarse las medidas básicas de seguridad tiene consecuencias muy graves”. Traducido: cuando la administración mete mano, el ticket llega con muchos ceros y sin opciones de menú del día.