Tres duras verdades sobre trabajar en un crucero contadas por una empleada: “No todo es tan bonito como parece”

A quien no le haya tentado la idea de echarse a la mar con el alojamiento pagado y el buffet a tiro de bandeja, que levante la mano. Despertar cada mañana en un puerto distinto suena a serie de Netflix, pero la realidad laboral dentro de un gigante flotante es bastante menos glamurosa.

La argentina Aldana López, instructora deportiva de 26 años, subió el 20 de mayo de 2025 un vídeo a TikTok que ya supera las 288.000 visualizaciones. Allí derriba, con franca naturalidad, el mito de que la vida de tripulante es un chollo entre mojitos y piscinas infinitas. Su testimonio importa porque cada año se ofertan hasta 100.000 vacantes en el sector y más de uno podría lanzarse sin paracaídas emocional. Así que agárrate al salvavidas: esto va de horas extra, habitaciones diminutas y despedidas que duelen más que una quemadura de sol.

¿Cuáles son las tres sombras que Aldi descubrió en su contrato de siete meses?

La cara B de la “crew life” se resume en tres bofetadas que no salen en los folletos. La propia Aldana confiesa que “no todo es color de rosas” y que la intensidad a bordo pasa factura física y mental.

  • Habitación compartida (menos de 10 m²): salvo ingenieros o músicos con galones, el resto duerme pared con pared con un desconocido; si hay mal ambiente, el camarote se vuelve un camarote de los Hermanos Marx.
  • Cero días libres reales: trabajar siete meses seguidos sin francos hace que el cuerpo y la cabeza pidan amotinamiento; si enfermas, descansas… pero sin cobrar.
  • Añoranza exprés: haces amigos, te enamoras y, cuando por fin aprendes su apellido, el contrato del colega acaba y desaparece del radar. “Generas mucha intensidad y quizá no lo veas nunca más”.

Puesto en cifras, hablamos de jornadas que superan fácilmente las 70 horas semanales y contratos estándar de siete meses sin vuelta a casa, una travesía que no cualquiera aguanta con sonrisa de postal.

¿Por qué la intensidad emocional lástima más que la falta de días libres?

Quedarse sin descanso físico, fastidia, pero romper lazos cada pocas semanas es lo que, según la joven argentina, “más duele”. En un entorno cerrado donde vives, trabajas y sales con la misma gente, a veces 24 horas seguidas, las relaciones se disparan y las despedidas cortan en seco.

Síntoma a bordoQué puedes hacer para no hundirte
Mal de patria (echar de menos a los tuyos)Planifica videollamadas fijas y lleva fotos impresas; funcionan mejor que el scroll infinito.
Rutina sin oxígeno (trabajo 24/7)Negocia turnos escalonados y usa los ratos muertos para estiramientos o meditación rápida.
Amistades fugacesIntercambia redes sociales y acuerda un “puerto de reencuentro” antes de que zarpen caminos distintos.
Agobio espacialPersonaliza tu litera: una cortina oscura y auriculares con cancelación de ruido valen oro.

Estos pequeños salvavidas emocionales no sustituyen a un psicólogo, pero amortiguan la tormenta interna y, de paso, evitan que acabes contando los días con el mismo entusiasmo que los pasajeros cuentan cócteles.

¿Cómo preparar tu propia travesía laboral para no naufragar?

Si después de leer esto sigues dispuesto a embarcarte, haz números con la calculadora (y con la almohada). Los puestos de entrada, camareros o asistentes de camarote, pagan entre 1.000 y 1.500 euros al mes, mientras que un ingeniero puede superar los 2.500 euros mensuales; claro que casi no gastas en vivienda ni comida, pero la diferencia cotiza cuando toca ahorrar para el piso en tierra firme.

Trámites en mano, necesitarás pasaporte con al menos seis meses de vigencia, certificado médico marítimo y vacunas al día; la burocracia marina es tan lenta que dan ganas de reclamarle al Capitán Sparrow. Presenta tu CV directamente a navieras o mediante agencias homologadas y guarda copia de todo en la nube: la conexión a bordo es más inestable que una terraza madrileña en primavera. Si logras el contrato, lleva mentalidad de atleta, buen humor y la convicción de que la primera tormenta siempre pasa.

Deja un comentario